Impresiones sobre Bajo la Lluvia

Durante la cuarentena obligatoria, uno de mis descubrimientos aparte de que el fin del mundo está muy cerca, fueron los dramas coreanos (a.k.a Kdramas). Como a muchos les salvó la vida (y la sanidad mental) hacer pan de masa madre o la meditación y el yoga, a mi me acompñaron estas historias; me llevaban a otro lugar que no era mi departamento compartido con 4 personas más. Pero hoy no vine a quejarme ni de la pandemia mundial, ni de los infortunios de mi vida. Este post es para relatarte uno de esos kdramas, como siempre desde la única lógica que conozco que es la mía.

Este drama surcoreano se llama Bajo la lluvia (밥 잘 사주는 예쁜 누나) consta, como la mayoría de estas series, de 16 episodios de mas o menos una hora por episodio. Para empezar a hablar de la historia quiero irme a la experiencia corporal que tuve durante el episodio 13. Mientras veía este capitulo en especial, se me formó una bola de ira dentro de la boca de mi estómago, tenía los brazos inquietos como si pequeñas hormiguitas estuviesen caminando por ellos, tenía ceño fruncido y apretaba la mandibula. Los latidos estaban por descontrolarse cuando decidí colocar en pausa esta serie. No pude continuar viendola hasta que pasaron dos días aproximadamente.

¿Qué estaba pasando en la serie que me causaba tanto malestar? Te voy a dar una pista: la canción con la que empieza la series es Stand by Your Man de Tammy Winette y una de las frases con la que se amenizaba la serie era: Sometimes it’s hard to be a woman. Si, esta historia es sobre una mujer de treinta y tantos que le pasa el patriarcado en cada uno de los ámbitos de su vida: en su familia, en su trabajo, en sus relaciones de pareja, con sus amigxs, incluso con ella misma.

Yo no creo que lo que suceden en las series o telenovelas es un exacto reflejo de lo que sucede en la sociedad que describe. Sin embargo, si existe oportunidad de vislumbrar aspiraciones y valores que son privilegiados en la sociedad que representa. En el medio de comunicación El Pais un artículo nos indica que Corea del Sur ocupa el puesto 102 de 156 países en el informe Brecha Global de Género de 2021 elaborado por el Foro Económico Mundial. El número sorprende por muchas razones: al ser Corea del Sur un país con una gran economía, por considerarse al país como un país desarrollado, al tener sus habitantes tener acceso a información, etc. Sin embargo, tampoco me sorprende que una mujer surcoreana murió cada 1.8 días a causa de un feminicida en el 2019, que sólo el 4% de los puestos de poder estén a cargo de mujeres, que exista un 32.5% brecha salarial de genero…Si algo refleja este drama surcoreano son estos números y otros que no contempla este post.

Empecemos. La historia comienza con la protagonista sabiendo que su novio de turno la iba a dejar. En efecto lo hace a pesar que ella trata de disuadirlo, y ella cae en ese despecho típico y corriente al finalizar cualquier relación. Se le ve con una buena amiga muchas veces borracha. Más tarde nos enteramos que es una empleada de una buena empresa, pero que en las cenas laborales son los momentos en donde es víctima del acoso laboral: sus jefes directos la tocan sin reparo, le dicen comentarios inapropiados tanto en persona como por mensajes de texto, e incluso en una oportunidad fue enviada a una cena para alegrar a unos clientes (felizmente ella dijo que no). Tanto es así que sus compañeras de trabajo la llaman «chica pandereta» (en referencia a que en los karaoke ella tomaba la pandereta a pesar de no querer participar). Evidentemente, las mujeres reproducen el machismo y hacen culpable a la mujer «por no hacerse respetar».

La familia no se envidenció como un problema hasta que se enteraron que la nueva pareja de ella era una hombre mucho menor y que no provenía de una familia acomodada para así ella tener una «vida más cómoda» (en palabras de la madre). Después de este hecho, la madre se transforma en el agujero negro de la razón. Me desquiciaba escuchar hablar a la madre, cada palabra tenía una connotación hiriente y desagradable aparte de violenta. No es de extrañar que la protagonista tuviese una autoestima por el piso. El padre, sorprendentemente, no era lo peor del mundo como si me parecía que lo era su hermano menor: siempre con un juicio y un discurso del deber ser abrumador.

En el medio de todo esto, como buena novela que se respete, está el amor romántico. Conocemos al «jóven» protagonista: es simpático y tierno. A pesar que él es una brisa fresca de progreso, no te confundas con que está a la altura de lo que yo quisiera como pareja #JamásYNunca. Este chico tiene momentos graves de control y de imposición, pero considerando no está tan mal, casi al final de la serie ellxs terminan por las presiones externas. Mientras se está conformando la nueva relación el ex novio reaparece con una conversación con el padre en el que le exige una disculpa porque su hija sale con alguien menor, con un intento de abuso sexual, y otro intento de suicidio en el que quería arrastrala a ella, además de las mil veces que le dijo que ella no podía acabar una relación (?) porque él quería estar con ella. Por poco se me olvida, que en la serie te dan a entender que él tiene fotos y vídeos de ella los cuales ella no estaba ni enterada. #Creepy

Ahora que escribo hasta acá, me pregunto cómo hice para acabar de ver la serie. Un vez que el feminismo se mete en tu sistema es imposible ir atrás. Todo lo que describo en los párrafos anteriores sobre la trama de la serie se parece tanto a la vida, y lo que más me aterra es que la realidad supera la ficción. Pero lo que en realidad me pasó, y por lo que me sentí tan sofocada por ver esta serie fue que muchas de esas vivencias de esta mujer de treinta y tantos se parecian a las mías. Evidentemente hay matices culturales, pero mucha de la violencia machista yo la he vivido, y estoy segura que muchas otras mujeres también.

La serie termina cuando ella gana el juicio por acoso laboral, en donde la compañía la castiga mandandola a una sucursal mas pequeña, aunque al final ella renuncia. Ella se muda de la casa de sus padres (no entiendo como no lo hizo antes), se va a vivir a la Isla Jeju con una amiga a reorganizar su vida, su madre se disculpa y obviamente se reencuentra con su amor 10 años más jóven.

Les deseo a todas las mujeres surcoreanas (y del mundo) mucha sororidad y una revolución feminsita. Mi deseo puesto es un cambio estructural en los sistemas de justicia y educativos. Por algo tenemos que empezar.

Deja un comentario