Durante un mes y medio estaré posteando las historias que escriba dentro de mi grupo de escritura Escribe Conmigo. El desafio consiste en intercambiar escritos de lunes a viernes con un compañero que cambia cada semana. Este compañero te dará un devolución sobre el escrito, y tú a él. Los organizadores te proveen de un disparador que puedes usarlo o no. El del día de hoy fue: Belleza Robada.
Un día como hoy hace 30 años nuestra querida protagonista, la adorable Jimena de la Fuente, fue humillada.
Ella lucía su bello jumper color verde militar con sus medias blancas de encajes y zapatos de charol negro.
Cada vez que usaba las medias blancas era porque estaba con su abuela. Su abuela era la única que se atrevía a vestirla con ropas claras. Digamos que de niña Jime no era muy quietita. Eso no amedrentaba a la abuela.
Siguiendo con el día en que humillada, Jime estaba en la casa su abuela. Estaban teniendo esos momentos que todo niño desea y necesita: Un momento abuela; sin las torpezas de los padres ni el aura frenético que se da cuando están los demás primos.
Habían comido calletas especiales de chocolates que la abuela guardaba en refrigerador para una mejor textura y sabor, habían trepado árboles y finalmente se vistieron para ir a dar su vuelta por el barrio cuando sonó el timbre.
Era la hermana de la abuela: Elvira. Estaba vestida de verde como un duende, pero sin el sobrero. La abuela le dijo que pasara que prepararían el café.
Esta le dijo a Jime que buscara el café especial en la alacena con un guiño. La abuela en la honilla y Elvira en la mesa hablaban de temas triviales: sobre la vecina Mercedes, el programa de las 3pm que estuvo decepcionante, y así.
Jime llegó y dijo – Abueltita, aquí te traje el café – con voz de consentida. Elvira levanta la voz y solapa lo que dice la abuela y dice – ¿Por qué le dices abuela? Ella no es tu abuela ¿No lo sabías? – con voz gruesa y sin maldad. La abuela se espanta y abre los ojos y dice – ¡Ay Elvira! Ella es mi nieta, no te metas en eso – con voz de reclamo, y a la vez tratando de tranquilizar a Jime.
Jime sabía que no era su abuela de sangre, o eso decían los adultos, pero no sientió que eso hiciera diferente la relación entre ella y su abuela ni en ese momento ni en ningún otro.
Foto por Tortugavispada