El discurso que no di

En el año 2010 un gran profesor de la Universidad de Carabobo, Profesor Pedro Crespo, me invitó a formar parte de un cine foro sobre la película Hermano. Para los que no la conocen les dejo el link de su review aquí. Era un cachorra en esa época, y mi inocencia no permitió que leyera estas palabras si no algo similar, pero quizá un poco desdibujado. Ocho años después me topé con el escrito que hice y me pareció pertinente compartirlo porque en ese momento, por demás histórico, yo aún pensaba que algo se podía hacer por el país (#VE) y el arte en dicha geografía. Nunca me imaginé el futuro que nos vendría, y me descubrí ingenua. A continuación incluyo las palabras que redacté en esa época. Arregle un par de acentos y typos.

Gracias

PD: ¡Grande Pedro!

hermano poster

Poster del Evento

Recorriendo una librería, ya no recuerdo cual, me topé con un libro: Ciudades y Cine de la Editorial Océano, en él hablaban de Praga, Berlín, Nueva York, Paris. Todas aquellas ciudades que hemos observado durante casi más de 70 años a través de los ojos del cine. Este año nos dieron una gran sorpresa, nos descubrimos viendo a Caracas en la pantalla; sus matices. No se puede observar algo más maravilloso que Caracas sea el fondo de una película. Viendo Hermano me encontré con los colores de Caracas, con su clima y con su realidad.

Esta última, devastadora y conmovedora. Es cierto lo que dijeron de Petare, es el barrio mas grande de Latinoamérica; la vida en Petare es definitivamente un momento de encuentro con Venezuela.

Siempre he pensado que las personas somos capaces de modificar nuestra realidad, y resulta que, si podemos, pero es complicado como el ambiente transforma de forma ineludible.

Definitivamente, no son suficientes las ganas y el ensueño, hay que ser magos en esta tierra donde la injusticia son las balas que matan la ciudad, y las pistolas y la ignorancia son las llaves del poder.

La lucha por salir adelante y salir del vicio de vivir en barrios es mas enmarañada de lo que podemos entender, cualquier persona es capaz de conseguir armas, superior (ron venezolano) y drogas, pero el camino alejado de ellas es mas problemático. El respeto se gana con violencia, y la educación es la calle misma. Entonces, ¿Será coherente decir que nuestra sociedad es producto de la violencia, o la violencia de la sociedad? La respuesta puede ser aún más difícil que la pregunta, pero definitivamente vivirlo es lo que realmente representa el verdadero dolor.

No podemos negar que luchar está en la sangre de cada ciudadano de este país donde los sueños y la esperanza son cada vez más espejismos que hechos. Nacer en esta tierra te hace sinónimo de optimismo. Quien nace aquí tiene el deber de arrancarse el miedo, el temor de morir se lo tiene que comer tu estómago, la sensación de seguridad será más verdadera a medida que el ímpetu la acompañe.

Es por esto, y millones de cosas más, que el fútbol, la música, la diversión en general es la única forma de despejar y abrazar al futuro. Nadie se imagina que en un país donde 30 son los muertos cada fin de semana el próximo pueda ser yo. Es ese afán por vivir lo que ha resultado en la clave del éxito de los políticos paralíticos de este país; le damos fuerza para que sigan humillándonos y cada día nos convencen más de que vivir tras las rejas de nuestro hogar, con 20 escoltas es la solución para sentirnos seguros.

El fútbol nos invita, de alguna forma u otra, a salir de la realidad a entender que el país está bien y que lo único que esta mal son los goles que el equipo contrario nos pueden hacer ¿Creemos realmente en los del Venezuela Futbol Club? A veces se nos ocurre que ellos son chistosas marionetas para hacernos reír, pero nunca los observamos, nunca los descubrimos siendo luchadores, en fin, dando lo mejor de ellos. Resulta complicado jugar futbol y considerarlos como personajes profesionales y de ínfima importancia en la cancha real, Venezuela.

En México, Argentina, Uruguay, etc.  el futbol es tomado en cuenta como una forma de vida, no solo de quien lo juega sino de quien lo fanatiza. El futbol no es una excusa para pasarla bien, o tomar unas cuantas frías; el futbol se vive, se suda, se duele, y en pocas ocasiones, se goza. Los fanáticos del Táchira FC pueden ser lo más parecido a lo que la industria futbolera de otros países ofrece a las masas, el futbol es tan importante que ya dejo de ser un deporte, en estas líneas, sino se convirtió en un anhelo. Ya posee vida propia, y desenfrenado como es nos localiza en un estado de violencia-amor.

Así sea la pasión desatada por el futbol, debemos crear una forma en donde se desaten las pasiones, lo que sentimos. Acá tenemos prácticamente odio y anarquía para botar para el techo. Desobediencia y dejadez. Y según mi instructora de yoga el descuido es una forma de muerte.

Muchas felicidades por esos premios, muy merecidos. Eso también me recuerda que necesitamos reconocimiento internacional para poder mostrarnos conforme con su logro, estamos en busca de necesidades extranjeras y las saciamos a punta de Blackberries.

Los premios solo confirman la realidad: su película fue un hálito a nuestra trayectoria en el séptimo arte, y sin ir tan lejos es un suspiro a nuestra realidad. Tan cruel tan tan tan.

Disculpe si no hablé del arte de la cinta, hablé de lo que más me acompleja: Nosotros

 

Felicidades.

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Profesor Pedro Crespo, Valeria Jiménez y Profesor Fermín Conde

 

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Sin orden: Hector Espinoza, Humberto Pérez, Marcel Rasquin y Valeria Jiménez

Fotos por Samorius

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