Sobre Orgullo y Prejuicio

Yo no diré nada sobre Orgullo y Prejuicio que no haya se haya dicho ya, pero lo que sí puedo aportar a su universo es cómo me hizo sentir a mi la novela. Luego de leerla, me hizo sentir defraudada de mi misma.

En la historia un joven se enamora perdidamente de una mujer que para él, al principio, es inaudita: es franca, inteligente y no pierde su carácter ni sensatez  ante nadie. Yo no sé si alguna vez se me ha considerado sensata ni siquiera puedo decir que este sea ahora un valor apreciado en la sociedad en la que vivimos. Según me parece la sensatez se siente como algo viejo, en desuso, algo que huele a infancia de otra generación que no es la mía.

Él está tan enamorado de ella que hace cosas que yo no hubiese hecho por alguien que amo, y eso me pone a pensar ¿Cuál fue la magnitud de mi amor hacia esa persona? Y hasta en algunos casos si de verdad existió este sentimiento. Definitivamente no me refiero únicamente al derroche de dinero sino al hecho que este caballero se deshizo de sus propios motivos para encauzarse a la empresa de que su “amada” estuviera feliz.

Es que lo leo y me da la impresión de que sólo alguien con poco autoestima pudiese realizar un acto de esta magnitud, y eso nos lleva a esta condenada modernidad en donde todo es tan práctico y a la vez vacío, y todo es tan asequible y a la vez tan sin gracia que la verdad he quedado totalmente confundida de lo que deseo en mi vida.

Por nada quisiera un matrimonio de esos que son transacción, pero seamos honestos ¿Qué matrimonio en estos días no es una transacción? Y para mi han convertido al amor en la institución del matrimonio; donde nos debemos casi que deseo absoluto y una irreal resolución de hasta la muerte nos separe.

No culpo, realmente, a las personas que se casan porque la verdad es que tiene tanta publicidad, casi propaganda, que la verdad parece que a partir de una época lo NECESITAS en vez de sentirlo. Y desde las bases el matrimonio me parece  que es errático: siempre ha sido usado para garantizar que el dinero y poder se concentre en el mismo lugar, o en el peor de los casos para resolver inconvenientes poco halagadores: arrebatos de espontaneidad como el que vivió la tonta de Lydia o, mucho más moderno, la llegada muy precoz de infantes a la relación.

Yo no tengo ningún tipo de interés en reprocharle a nadie su decisión de casarse o no, pero si quiero levantar la voz en un intento masoquista de decir que el matrimonio no es para mi; pero no porque no crea en el amor o el romance o la posibilidad de compartir momentos fantásticos con otra persona; sino porque fundamentalmente las leyes tácitas del matrimonio me perturban. Mis nervios sufren al igual que los de la Sra. Bennet cada vez que alguien considera que debo tomar el riesgo de casarme.

Me encantó leer esta historia porque a pesar de que fue relatada  en una época que yo no puedo ni imaginarme, Elizabeth no se enamoró descocada;  de hecho primero se equivocó, luego reflexionó para poco a poco enamorarse. Pero es que también el hombre la conquistó, y está bien. Ella también lo conquistó a él siendo quien ella era. Sinceramente, esa parte la aprecié. Estoy cansada de esas protagonistas mujeres que deben dejar de ser ellas para ser quien el amado quiera que sean: si, soy pobre, si, soy altiva, si, soy directa, si, soy alocada, si, soy inteligente, si, mi familia es pintoresca, si, y mil veces si. Y me equivoco. Es divertido el proceso del bochorno y vergüenza que sufre Elizabeth porque la verdad es que en la mayoría de las historia las mujeres son casi perfectas las carajas no engañan, tienen la verdad en la mano y las joden y ellas perdonan, y ¡no hay forma! Todos cometemos errores y eso es rico también.Tenemos prejuicios y está bien que de vez en cuando nos callen la boca diciendo: ¡No, eso no es así!

Y quizá es eso que no soy la mujer perfecta que acepta perfectamente el perfecto matrimonio para vivir por siempre perfectamente feliz. El matrimonio scares as shit porque en el fondo es irreal lo que se te pide en él (¿De él? ¿Para él?)

Yo quisiera crear un matrimonio orgánico, pero quizá caería en lo que ha caído todo últimamente: que nada importe; y todo es fatuo nada tiene rigor y nada tiene raíces fuertes y por eso Todo se Desmorona.

Y leyendo ésto (mi texto) me siento muy pesimista con respecto a este tema pero no sé si hay alguna forma de verlo con otros ojos porque pareciera que todos estamos felices 1) Casandonos sin que sepamos qué significa eso para nosotros mismos o 2) dejándonos llevar por esta era de banalidades y cabalagar de cualquier lugar a cualquier lugar sin dirigir importancia a nada porque todo pasará.

Yo he sido víctima del segundo y del primero en menor medida (digamos que convivir) de estas situaciones y la verdad es que las dos duelen. Una parte de ti muere, y no ese morir para ser mejor persona, ¡noooo! En la primera, mueres de bochorno de ser esa persona sin sentimientos sin nada que dar y por lo tanto sin nada que recibir, y la segunda porque no estamos preparados para vivir en pareja y duele porque es como si dejas de ser tú para ser dos; craso error. Entonces por donde la veas estamos condenados, mínimo, al dolor. No sé si ese dolor sea del todo saludable porque llega el punto en que consideras que la vida es así, que no hay vuelta atrás.

Pero thanks GOD Elizabeth y Darcy existen porque necesitaba acurrucar y entibiar mi corazón que estaba harto ya de tanto pragmatismo; también necesita mística, romance, pasión y un poquito de fantasía. Creo, fervientemente, en la verdad; el respeto y por tanto en la lealtad. Y si me gustan los cuentos de hadas, las novelas de amor que están mano a mano con mis más humildes deseos porque si hay amores increíbles y hermosos.

Yo no sé si podrá existir alguien en esta tierra que pueda amar, ni siquiera si yo misma sea capaz de lo mismo.

Me considero una persona liberal, pero a veces siento más que pienso que las relaciones han perdido el fin. Son desechables. Yo las relaciones interpersonales me las tomo en serio hasta que ya no. Y puede pasar por un sinfín de cosas que ahora no son importante mencionar. Sin embargo, quiero aprovechar la oportunidad de decir que yo no me siento desechable, pero que hay algo en el ambiente que me hace creer que eso somos para los demás. Un instante, para variar fátuo.

 

Foto por Francesco

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