Corriendome con el Reguetón

Llevo 6 a 5:40. Los próximos 3 bajo un poco. Llego hasta los 5:30 que serian los deseados 10.9 km/h (aunque siendo sincera quisiera llegar a los 12km/h). En esta ruta, en la que hoy entreno, hay entre 8 a 12 elevaciones bastante inclinadas. El último km, ¿Qué hago? Rezar para llegar a la puta entrada de la reserva Costanera Sur (me pongo muy religiosa para el final). ¿Y el ritmo cardiáco? Muy bien, gracias. ¿Eres corredor? Esto de seguro lo entiendes a la perfección. ¿En esto piensas cuando corres? ¿En todas esas métricas y objetivos? Me alegro, yo no. Yo corro. Pero pienso en otras cosas. Y cuando me doy cuenta que «me distraigo» vuelvo al cuerpo. A la respiración, al dolor del culo por mostrar la suela del zapato a los que van detrás de mi, a lo pesado que se sienten mis brazos, a la tarea imposible de ABRIR EL FUCKING PECHO. Sin embargo, hoy no te quiero hablar de la técnica, hoy te quiero contar mi fantasia corredora mas recurrente desde hace por lo menos 4 años. ¿Cómo lo puedo recordar? Bueno desde que llegué a Argentina he tenido la necesidad de que mi espiritu caribeño aflore. Buenos Aires, especificamente, se siente tan distante a esas playitas serenas (y no tan serenas) y cristalinas. No sólo en distancia, también en lo que aprecia de la cultura, y cómo lo dice (una envidia que les tengo a los argetinxs de cómo son capaces de expresar sus ideas con claridad, cadencia y esa potencia…). Todo es tan distante…al no tener la referencia (a pesar de los mas de 5 millones de venezolanos, dominicanos, puerto riqueños, cubanos y colombianos que viven aquí). No tenemos representación. Ya sea porque no nos organizamos, o el invierno congela todas las fuerzas de crear un Little Caribe, o estamos tan acabados trabajando 12 horas al día (los que podemos) que nos chupa tres hectarias (inserte aquí su preferencia).

Te pido que le des play a la lista de reproducción de mi clase de Zumba de ensueño. Aquí te recordarás de todos esos ritmos mágicos para celebrar el Caribe. De donde vengo, y de lo que escribo en esta entrada.

En mi fantasía, yo soy una instructora enérgica. ¿Te puedes imaginar de qué? Me saca una sonrisa pensarlo. Soy una instructura de zumba, obviamente. No porque sea buena bailando, no es para nada mi caso, pero sé cuáles ritmos me gustan. Eso si. La salsa, el merengue, la bachata, el reguetón, la cumbia, la lambada (que me la presentó la mamá de mi amigo), la champeta y el vallenato. Después de esta lista te darás cuenta que el Caribe es mi spirit animal musical. En mi fantasía movemos la cadera y la cintura en diferentes momentos, «vamos hasta abajo, pero la autoestima siempre pa’ arriba», y cada vez que hay una frase misogina, racista la repensamos porque lo consensuado, el feminismo y el antiracismo son importantes para mi. Mis clases se hacen al aire libre en una playa de Miami (mucho sueño, pero la realidad es que se necesitad lucas para vivir) y viene todo tipo de gente: señorxs, jóvenes, latinxs, afroamericanxs, con alguna discapacidad, incluso alguna persona blanca se ve por allí. Durante las clases hablo de la latinidad (¿De qué más puede hablar una latina que ha vivido en 5 países latinoamericanos?), del(xs) artista(s) de las canciones, de sus países de origen y de la lucha del momento porque todo acto es político.

Imagina la brisa suave, el sonido del mar de fondo, un sol incandescente recordandote que estás vivo y caliente, y para finalizar los parlantes a full mecha con la primera canción para calentar el «Chan Chan» de Buena Vista Social Club una grande del Son Cubano. Luego, se pica la cosa y nos vamos con «Tu Cariñito» de Luisito Ayala y su Puerto Rican Power. Director de la orquesta que inició su trabajo desde muy jóven. Aquí me permito ser más alternativa, y vamos con «Ponerte en cuatro» de Los Amigos Invisibles con su increible funk fusion y letras lascivas (y esos espectaculares bongos ¡Gracias!) de Caracas. Aquí les exijo full y que aguanten, ¿Querían matanga? ¡Aquí está¡ Vamono’ con los 5 minutos de «Tiburón» de Proyecto Uno (bandon estudounidense-dominicano). Esta canción la dejo completa porque es sopita para el alma (de la mía, por supuesto). Desde este punto sólo tenemos una dirección, la Mansión Reguetón ¿Por qué? Porque el reguetón tiene dos buenas características: te deja con ganas de más y saca tu yaguareté. La 1era es «Punto y Aparte» del boricua que no necesita presentación. Con esta hacemos un foco en la cadera y el culo, nos preprara para lo que sigue. «Siente el Boom» de Tito el Babino y Randy (un clásico de clásicos) y ya los ejercicios se enfocan en los brazos y hombros. Seguimos despacito con «Ginza» de J Balvin. Subimos los ánimos con la versión en spanglish de «Como yo le doy» de Don Miguelo y Pitbull. Lo mantenemos con «El Teléfono» con el duo de la victoria y el ex Hector el Father. Aquí nos acercamos al pico alto con «Agarrala Remix» (no perdemos oportunidad para explicar que se agarra, se pega y se azota preguntando antes…porque no creemos en el acoso ni en la violencia). Llegamos al top con «Safaera» de Bad Bunny, Jowell y Randy y Ñengo Flores y explicamos todo el beta con el copyright con la canción de Missy Elliot. Después, «Quiero Bailar» de la Diva, la Caballota y luego ponemos «Mayor que yo» a partir del segundo 54 por exactamente un minuto porque ya las cuerpas no dan pa’ mas, de W (doble u) e Y (y griega). Ya bajando nos vamos con dos del Don. La primera «Guaya Guaya» y después «Ojitos Chiquitos», bajamos el ritmo pero no la intensidad. Antes del final, llegamos tranqui con Danny Ocean y su popular «Me Rehuso» (¿Hay preferencia por lo venezolano? No lo voy a negar). Para terminar la sesión, el bolero «Te busco» de Celia Cruz. Y si te queda’ un poquito más del enfriamiento te pongo un par de bonus tracks: el primero de Miguelito Valdéz y Machito, la clásica «Zarabanda» y después la famosa y alabada del vallenato «Olvídala» del Binomio de Oro. Y allí ya completo los 10 kilometros. No doy pa’ más. Se cierra el telón de mi fantasia y estoy de nuevo en Capital Federal en medio de un invierno de mierda.

Durante mis sesiones de entrenamiento yo necesito el perreo. La explicación más rápida que tengo es que esa puta música te pone en modo de «Yo voy, voy voy!«. Medio altiva, medio big boss, medio cocky, y como son, por lo general, tracks cortos cambias de ánimo rápido que son necesarios para que tu mente se concentre (y te diviertas) en el continuar. Porque correr es continuar.

Y te quiero contar que hay algo que me pone arriba fuerte del reguetón; la jerga zarpada que usan: ese corte espectacular de las palabras, además del uso orgulloso de las palabras de su lugar de origen (Bellaco, tiguere, preseas, etc.) y no tan propias adoptadas del sabrosiño Brasil (gata, gosotoso, etc.) y del abarcador Inglés (pretty pa’ las nenas, al party, más flow, etc.), esa forma descarada de mostrar lo que se vive a través de esa mezcla bien hecha de canto/rapeo (que como dijo el maestro Vico C «rapeal es un alte, también» – y yo también estoy abierta al argumento). Y si, también encontramos la sombra del género (y me atrevo a decir que se extiende a la del continente): el machismo, la misoginia, el racismo, la exacerbación de la masculinidad tóxica y la violencia como camino. Que no me gusta, que me enoja, que me hace repensar todo el tiempo y que sé que perpetuan esas ideas retrogradas en nuestra sociedad. No, eso no lo he dejado pasar. Está siempre presente CADA VEZ que consumo un producto cultural. Pero yo le digo NO a la cultura de la cancelación.

Aquí sólo quiero decir, que noto con angustia como los vídeos de reguetón muestran muejeres como objeto sexual y además, hablemos de la raza y el ideal blanco. Esas mujeres son blancas y rubias. Alimentando esa idea de "blanquear" todo lo que se hace en LATAM. Porque se supone que así será mejor. A los reguetoneros se le olvidó la #representación. Salvo Tego Calderón y un par más, la mayoría de los vídeos muestran mujeres blancas, rubias con cuerpos imposibles. Te debería dar vengüenza.

Sin embargo, te invito a releer los términos que coloqué como la sombra del género ¿Te diste cuenta cuál falta? El que falta no está porque no lo decimos, no lo mencionamos cada vez que se habla del reguetón porque tiene que ver con la audiencia y no con el género y la industria. El clasismo. El clasismo que completa y que impregna la historia del reguetón ¿Cuántas veces no hemos escuchado que el reguetón no es música, que es basura, que cualquiera puede hacerlo, que no saben del lenguaje (o que lo usan mal), que relatan historias «tierruas», «marginales», «niches» siempre con un sustantivo que usamos de adjetivo «de mierda» (estos son los términos que se usan en Venezuela, busca cuáles son las palabras que en tu cultura usan)? El reguetón fue perseguido, en sus inicios, por el Estado puertoriqueño. Según el medio de comunicacón Cinco Noticias (2020):

En 1995, Pedro Roselló, gobernador de Puerto Rico, puso en marcha una campaña que llevó por nombre “Mano dura contra el crimen”. Su política puso en la calle a un mayor número de policías con los que intervino todos los sitios que podrían tener alta incidencia criminal. Seis tiendas de discos fueron revisadas por policías. Los casetes y CD’s de reggaetón o de música underground se confiscaron y los empleados de aquellos establecimientos recibieron citaciones. Se acusó al género de promover con sus canciones una sub cultura de violencia, drogas, libertinaje sexual y falta de respeto.

Luego según SERGIO C. FANJUL en El Pais de España (2022) indica que:

En 2002, cuando el estilo aún estaba en estado larvario, una senadora puertorriqueña logró la aprobación gubernamental en la isla para censurar el género, inquieta por sus contenidos violentos y sexuales, mientras apoyaba a otros músicos más comerciales.

A pesar que se superó la censura estatal, la persecución de los oyentes no tiene fin. ¿El problema? ¿Es verdad que sólo son sus letras? ¿Es verdad que sólo son la «mala» composición musical o la no composición? Parece que al reguetón le pasa un poco como a la Cumbia Villera en Argentina hoy. Es un tema de clase social. El reguetón por excelencia es un género que nació, se hace y se escucha en los barrios, villas miseria, asentamientos humanos, comunas y demás nombres para lo que en inglés se denomina como «slums». El odio al reguetón tiene que ver con la mezcla de opresión que no se ha superado en la región y del cual tampoco hay un claro plan para salir. Me refiero a la dupla de mierda que no nos da la gana de superar. La única, la iniguanable: clasismo y racismo (también misoginia, homofobia y transfobia).

*Ojo sé que su audiencia se reprodujo y ahora este es escuchado por muchas más culturas alrededor del mundo.

Para continuar este punto me gustaría hablar del nacimiento del reguetón. Este remonta a los años 1985. ¿Qué pasó? unos años antes, en Jamaica, dos productores crearon un ritmo que se llamó el Dem Bow ¿Te suena? Esté migró a Panamá, y allí fue mezclado con el hip hop, beatboxing y el rap en español. Cinco Noticias (2020) indica:

Fue Renato y las 4 estrellas quienes materializaron el fenómeno. Lanzaron su primer sencillo en 1985, un tema con gran aceptación que criticaba a la policía panameña, la fuerza que esta institución ejercía sobre las personas y la experiencia urbana que se vivía en la calle.

No sólo ellos, tambien Nando Boom experimentó con el sonido madre. Antes de irme de Panamá, quiero que sepas que la historia del reguetón está entrelazada con la historia de los afropanameños. Ellos fueron los que jugaron con este ritmo jamaiquino, y crearon un producto nuevo y vibrante (¡Qué visión!). Continuando con la línea de tiempo, fue Nando el que lo exportó, primero, a Nueva York, y luego, a Puerto Rico. Los que conocen un poco la historia de Puerto Rico saben que la diáspora boricua específicamente a Nueva York, asciende a más de un millón de personas. Te puedes imaginar que lo que le pasa a la comunidad latina en Nueva York tiene una incidencia directa en la Isla.

Población de Puerto Rico al 2022

¿No te gustó que dijera que somos unos clasistas y racistas? No es casualidad ni novedoso que un ritmo afro reciba estos ataques. La salsa, el meregue dominicano, la champeta, la guaracha, y puedo seguir con la lista (no te preocupes) son géneros que en sus inicios fueron despreciados por vulgares, por triviales, por altaneros, y aparentemente por no poseer ningún tipo de metodología, disciplina ni arte. Entonces un ritmo afro urbano, que se cocinó a fuego lento, pero sin descanso en las barriadas de los países caribeños, que relata la vida de sus interpretes, cuenta la historia de esos lugares, de los anhelos y problemas, y que obviamente también deja ver sus carencias, es odiado. A mi no me sorprende. Si me sorprende que me tomó tanto tiempo darme cuenta de esta historia que no descansa. La condena en contra del género esconde ese odio a la pobreza, o mejor dicho a las personas en situación de pobreza. Y esas personas en su mayoría son personas negras y marrones. La pobreza es así en Latinoamerica, no es diferente en el Caribe. ¿Será que nos enoja su éxito? Quizá los resentidos somos nosotros. Sin embargo, el género no ha parado de crecer, y hoy se conviritió en EL género más escuchado, vendido y bailado. No pudimos apagarlo, porque en lo personal, el reguetón y su sonido habla de mi y me habla a mi. Cuando una canción suena, quiero bailar y dejar de ser lo esperado para convertirme en lo que soy. Y siento que no soy la única, incluso otras naciones como España, según Spotify, tienen como género más escuchado al reguetón. ¿Es casualidad que la apropiación cultural de los Ibericos ayudó al empuje del género (que empieza con La Rosalía, pero no termina allí)? ¿O como dicen algunos artículos que fue Justin Bieber quien impulsó el éxito o la aparación de Beyoncé, Nikki Minaj o Cardi B? Me indignan esos comentarios. ¿Tienen que venir esos gringos a decirnos que las vainas valen para que valgan? Como dice Bad Bunny en su canción El Apagón:

Ahora todos quieren ser latino’, no, ey
Pero les falta sazón
Batería y reggaetón…

Correr y las sensaciones que me producen en el cuerpo y la psique, las conozco. Esas sensaciones son algo que he vivido por siempre, no es casualidad que mi pecho se sienta oprimido, que me falte la respiración, que tenga que recordarme cada 10 segundos que mis hombros van hacia atrás, que a pesar que los musculos de la piernas y cadera son los que más están trabajando en el km 5 sientes como se desvance la fuerza en los hombros y espalda alta, en el 6to es el cuello el que desfallece, en el 7mo ya la cabeza quiere ceder y rendirse…no es casualidad. Esto lo he sentido antes. Esa idea de hacer una misma actividad paso tras paso sin poder detenerte. También lo ajeno molesta: la bandana en la muñeca, la cinta en la cabeza, el cohala en la cintura, la gorra. Pareciera que esto que ayuda en el camino a la meta, al final te drena energía. El sometimiento al sistema; el patriarcado, el agobiante mundo blanco, heteronormativo y cisgenero neoliberal. Claro que reconozco las calamidades de correr. Las he vivido desde mi primer respiro. Las manos invisibles han estado en mi cuello desde siempre. Ya me acostumbré, no espero que desaparezcan pronto, pero si las combato todos los días.

Entonces, si entiendo lo que quiere decir el poema Los Nadies de Eduardo Galeano cuando este declama:

Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la
Liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica
(...)

Él sabía que lo que se hace en latinoamérica por latinxs siempre se evalua diferente. No se desaprenden los estereotipos, se estimula el lugar común y la retroalimentación comienza con un «considerando su situación…». Esas situaciones por lo general tienen que ver con la condición socio-económica, con la raza del artista, con la identificación de género, con su orientación sexual. Con esos factores que no hablan de su habilidad, su conocimiento o su talento…seguimos colonizadxs, y esto recrudece el menosprecio a lo propio, a precisamente eso que nos hace únicos, que es en muchos casos el resultado del mestizaje. Pero decidimos enfatizar que la única mezcla positiva ha sido con la blanquitud con sus valores y normas. Mientras tanto, nuestro pasado africano y esclavizado sigue siendo un trauma sin sanar, sin reparación histórica y de mucho dolor e injusticia.

Quizá la falta de aire no se deba a que no sé respirar, como dicen mis amigxs corredores. Quizá es que nací con una soga al cuello. Mientras tanto, sigo corriendo. Y tu puedes seguir opinando lo que quieras, pero cada vez que yo pongo «Después de la Playa» de Bad Bunny estoy mas cerca de los 5 minutos por km. Quizá no es mucho para ti, pero para mi es todo.

Sólo dale play.

2 comentarios sobre “Corriendome con el Reguetón

  1. Increíble como sintetizas en un género musical todo lo que sentimos los latinos. Aquí en España aprendí a amar la salsa, la bachata, la lambada y sobre todo el reguetón, el mal llamado género urbano. El último disco de Bad Bunny es hoy en día lo que me saca de mis malas rachas… que, sabemos, para los emigrantes son muchas más de las que quisiéramos.

    Una postdata: ¿cómo coño de la madre no hablaste de Residente? ¿Quieres coñazo?

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