La última que recibirás

Buenos Aires- En horas de la mañana jóven de unos veintiséis años de edad fue encontrada sin signos vitales en los servicios sanitarios de mujeres del Cine Cinemark ubicado en la Av. Presidente Arturo U. Illia. Se presume que la causa de muerte fue suicidio por las circunstancias de su encuentro. Se estima que tomó 40 pastillas de somníferos. A continuación dejamos evidencia de lo que sería su carta de despedida. En caso de saber a quién fue dirigida o si  eres esa persona por favor comunicarse al  5491123456789.

Para cuando leas esta carta, probablemente, ya no sean “buenos dias”, sino más bien,  “Buena Tarde” o quizá “Noche.” Tenemos mucho tiempo estando el  uno con el otro,  pero ya es hora que llegue a su fin. Estaremos juntos de otra manera, de una forma en la que yo me sienta cómoda y tranquila. Últimamente, he estado un poco “intranquila”. Me gusta  usar comillas cuando digo esa palabra porque la verdad es que es la forma más fácil, pero a la vez más fatua de describir cómo me siento. No te culpo por no haberte enterado cómo estoy. Estamos lo suficientemente lejos para que tengas que creer cualquier cosa que te escribo. Tú, que siempre has confiado en la humanidad, necesariamente debiste de creer en mi buen juicio, y obviamente pensaste que cada vez que me preguntabas – ¿Cómo estás?-  Y yo contestaba –  bien =)- era eso lo que estaba experimentando en mí. No podías observar las lágrimas en los ojos, o como me tiemblan las manos al levantarme. Probablemente, ni siquiera estando al lado mío hubieses podido notar como mi corazón está a punto de explotar o como mis tripas se contraen a cada nuevo amanecer… Si, cada amanecer me trae una dosis de pánico. Cada nuevo día me da mucho terror, y siento que no puedo seguir, pero somos perfectos, ¿No es cierto? Estamos diseñados para vivir. Y allí estaba yo probando cierta a la naturaleza: estaba viva.

He estado pensando en esto durante unos cuantos meses; perdí la cuenta de hace cuantos ya. Aunque, lo importante es que ahora estoy resuelta a no llorarme más, a no sentir pena por mi, ni mucho menos a lo decaído que debe estar el universo por tener a alguien tan molesto, siempre quejándose y sintiéndose, por mucho, menos que los demás. Y, por favor, no me malinterpretes estoy muy agradecida de todo lo que me ha dado la “providencia” (otras comillas interesantes, debido a mi estado laico), y en general de tenerlos a ustedes en la columna de “Cosas que amo”. Ha sido fantástico sentir no solo sus abrazos, besos si no también comprender sus palabras, y sus gestos, estar allí cuando sonrieron por haberse graduado o para la foto debajo de la Torre Eiffel. Me encantó tenerlos incluso cuando se enfermaron y yo me asusté a morir. Me asusté tanto que pensé que por fin comprendería que la vida no es sobre nuestras miserias, si no esos micro momentos de felicidad, que para qué, nos hacen sentir fantásticos. Pero ¿No te parece una tontería tener que vivir por unos micro momentos de felicidad? ¿Qué hay del resto del tiempo? Simplemente tenemos que seguir, y que nuestra alma arrasada sobreviva hasta poder experimentar un poco de frescor.

No sé cómo vas a tomar ésto. Odiaría pensar que ya no me respetarás por este momento, aunque sinceramente te digo, prefiero eso a seguir asfixiada. Seguir mareada, con estas ganas de que un milagro suceda. Y ya parezco uno de esos predicadores religiosos buscando esperanza y paz a costa de un dios que parece que nos dejó en el olvido. Ellos mismos dicen que la vida es fabulosa, llena de fantasía, aventuras y retos, pero la verdad es que me siento un poco aburrida de la vida. Hace rato fui a uno de esos monumentos que supuestamente te hacen creer de nuevo, en uno de esos lugares donde te encuentras verdaderamente; y lo único que se me ocurrió fue que todas esas rocas allí estaban muy bellamente colocadas, pero que si me preguntas comer un arroz a la marinera hubiese estado mejor. Se supone que ese lugar es el que te cambia, que todas sus vibras te dan la razón de ser, o mejor dicho las re encuentras. Pero yo solo sentí un antojo de comida española. Y me di cuenta que eso significaba algo. Y me da vergüenza escribirlo. Por favor, no lo tomes como algo personal. Pero es que deje de creer en ti, querido lector.

La especie humana me dejó de interesar. No sé qué es una conversación interesante, ni siquiera un comentario medianamente con gracia. Es como si ya lo hubiese vivido todo, o peor que todo fuese tan mediocre que ni el intento hago de acercarme. He perdido la curiosidad, la capacidad de asombro. Es como si estuviese en un terreno plano desde donde puedo visualizar el final y el inicio. No hay riscos, no hay montañas, no hay ni siquiera una colina. Esas que hacen tan famosa a San Francisco. No estoy diciendo que yo, Claudia, sea la persona perfecta y buena porque al fin y al cabo ya no importa. Y tampoco pretendo ser absolutista con la verdad, por ti, espero que haya algo interesante  allá afuera, pero es que no lo veo. Y fíjate que hasta a Dios le he pedido que me de sabiduría, que me de paz, que me de tranquilidad, pero en respuesta él me da tedio y esta necesidad insaciable de autodestrucción.

Lector estás leyendo las que vendrían a ser mis últimas letras. Esta sensación de vacío sólo quedará en el olvido de mi ser. Y la inconsolable y tenebrosa sensación de que este mundo no está hecho para alguien como yo terminará con el punto final de mi despedida. No te aflijas porque yo estoy mejor sin sentir “La Insoportable Levedad del Ser.”

Me siento resquebrajada desde adentro hacia fuera. Y estoy haciendo bien diciendo adiós.

La joven será velada en la Sala H del centro Khol hasta el día miércoles 20 de Agosto del 2017. QEPD.

Fotografía de María Daniela Izaguirre

Un comentario en “La última que recibirás

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: